Corren malos tiempos para el optimismo. La espiral económica en la que hemos entrado es gris, triste, pesimista y muy negativa. Es como una tormenta que no cesa, una tempestad que no remite, se retroalimenta, crece y cada vez el presente es más oscuro. Las noticias que acontecen, rodean e invaden los medios de comunicación, la prensa diaria, radio, programas de entretenimiento frivolizan y transmiten pesimismo y desconfianza que corren como la pólvora entre la sociedad...
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